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Ayotzinapa, nunca más

Ante el terrorismo de Estado: ¡pueblo organizado!

Domingo 30 de noviembre de 2014, por OLEP

Nosotros, como miles de personas, estamos indignados, enojados y doloridos. La desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” a manos de las autoridades del Estado y de civiles protegidos por éstas en Iguala, Guerrero es un hecho que nos exige pensar y ser creativos para detener esta violencia diaria y atroz contra el pueblo trabajador.

Hay personas que piensan que no vale la pena nada de lo hecho hasta hoy, piensan que las marchas, los paros, el levantamiento de las plumas en las casetas de cobro y todas las actividades realizadas son en vano, pues nuestros jóvenes no han sido presentados con vida. Se equivocan. Es gracias a las diferentes manifestaciones de indignación espontánea y organizada que incluso el presidente tuvo que salir en cadena nacional a prometer que investigarán a fondo y encontrarán y castigarán a los culpables. Claro, lo dice para calmar los ánimos, es una manera de intentar desorganizar la protesta y de ganar tiempo para inventar nuevos pretextos y fortalecer otros con los cuales evadir su responsabilidad en este nuevo crimen contra el pueblo trabajador.

Sea cual sea el resultado de esta situación grave e indignante, todos hemos aprendido que sólo la movilización popular organizada tiene la posibilidad de transformar nuestra realidad. Esto nos exige entonces pasar de la indignación a la organización permanente, nos exige pasar del movimiento espontáneo a pensar lo que haremos, el cómo lo haremos, el cuándo, el dónde y el por qué.

Debemos pasar de la simpatía al compromiso y ayudar, los que ya estamos organizados, a que otros se organicen. No basta estudiar, no basta gritar, no basta marchar, no basta tener iniciativas brillantes si no se organiza de manera permanente a quienes participan en estas actividades, porque los agravios continúan: el aumento de la gasolina, el desempleo, la corrupción de las autoridades y su impunidad, los proyectos de despojo y saqueo, los asesinatos, las masacres, las desapariciones forzadas.

Este hecho puede ser uno más que nos ayude a explicarle a miles de personas que la única solución que nos garantice que NUNCA MÁS sucedan hechos como los de Iguala, es el cambio de sistema económico y social. No será mientras exista el capitalismo y el neoliberalismo que dejen de cometerse estos crímenes de Estado, el capitalismo se basa en el ejercicio de la violencia económica, política y social contra millones de personas por parte de una pequeña minoría representada en las instituciones del Estado que protege y defiende sus intereses, sean estos del tipo que sean.

Todos queremos a nuestros jóvenes de vuelta a casa y con vida y, de la misma forma, queremos a las más de 30 mil personas desaparecidas a manos del Estado.

Todos queremos vivir en paz, con una paz que signifique tener acceso a un trabajo digno con una remuneración justa, que signifique tener acceso al agua, a la luz, a la salud y a la educación pública y gratuita, entre otros derechos que nos hemos ganado todos los que trabajamos y con nuestro trabajo generamos la riqueza social que unos pocos se apropian.

Nadie debe desesperarse ni darse por vencido; al contrario, todos debemos explicar que la lucha por nuestros desaparecidos de hoy y de ayer es parte de la lucha de todos por transformar lo injusto y desigual de nuestra sociedad.

Todos debemos explicarle a quienes no están de acuerdo con las movilizaciones o que ni siquiera saben por qué pasan, que no será con la indiferencia que cambiarán las cosas y además debemos buscar múltiples formas para organizarnos: el que no marcha puede platicar, el que no platica puede escribir o dibujar, todos podemos contribuir de diferentes maneras a construir un pueblo organizado capaz de acabar con la terrible pesadilla que nos han impuesto los mismos que mataron a Emiliano Zapata, Ricardo Flores Magón, Francisco Villa y a miles de mexicanos que a lo largo de nuestra historia nos enseñaron con su ejemplo concreto que el miedo se vence y cuando eso pasa podemos soñar con construir un país verdaderamente justo, libre y democrático.

NOTA: Este artículo fue publicado como EDITORIAL del No. 4 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 14 de noviembre de 2014.

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