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Sin violencia física pero sí psicológica

Domingo 19 de septiembre de 2010, por Frida Guerrera

Por Verónica Villalvazo

Oaxaca de Juárez 10 de septiembre 2010; desde las once de la noche del
jueves 9 de septiembre empezó la duda, la incertidumbre, de un posible
desalojo a los manifestantes que se encuentran en el corazón de la capital,
entre ellos las mujeres en resistencia de San Juan Copala, empezaron a vivir
lo peor que hay para todo ser humano, el no saber qué pasará, la noche del
jueves, los niños más pequeños nuevamente sacaron su vocecitas “Copalaaa,
Vive”, era lo que sus pequeñas gargantas emitían entre las risas de las
mujeres que los acompañan, entre ellas sus madres.

A la una de la mañana llegó la primera llamada, el llanto de los niños se
escuchaba por el auricular del teléfono, una de ellas comentó “ya están
aquí, puede venir”, no había otra intención al llamar a la prensa más que el
que fueran testigo de lo que posiblemente podría ocurrirles.

Poco a poco la prensa llegaba al zócalo, algunos al pasar por las boca
calles eran cuestionados por los policías que se encontraban ya instalando
las mallas de seguridad, para con esto evitar ante la amenaza de
organizaciones de comerciantes que entraran a instalarse a vender.

Los golpes en los escudos escondían a quienes los ejecutaban abrazados por
la obscuridad de la fría madrugada, los gritos de firmes, dirigidos solo a
un elemento, hacían pensar que eran varios los elementos que estaban cerca,
la intención de que quien gritaba era precisamente esa hacer pensar a los
inconformes que eran mucho más de los 2000 elementos que se encontraban
cercando el zócalo.

Las mujeres de Copala, ante eso solo se limitaban a decir que no les tenían
miedo, cuando la mayoría de la prensa era más visible, aproximadamente a las
cuatro de la mañana, ellas trataron de dormir un poco, junto a los pequeños
que acurrucaban sus cuerpecitos, buscando calor.

Los funcionarios aproximadamente a las seis de la mañana iniciaron el
desfile de explicaciones por la plaza, dando respuesta a los
cuestionamientos de la prensa sobre la presencia policiaca, sin embargo, al
señalar ellos que no había violencia, la percepción en ellas era equivocada,
la zozobra, el miedo de que las lastimaran otra vez, ya no en Copala, ahora
en Oaxaca ejercía esa violencia psicológica que pocas veces se acepta que
existe;

Ellas no entraban en el tema, ellas no están en Oaxaca para instalarse como
comerciantes, “vendemos nuestros productos para subsistir en esta ciudad,
porque aquí todo cuesta” , una ciudad que muy lejos está de los paisajes a
los que ellas están acostumbradas, aquellos que justo la noche del jueves
compartieron con quienes se encontraban en el zócalo acompañando un poco su
estancia.

Paisajes que traen en su memoria y que recuerdan con dolor el cómo los
disfrutaban cuando eran libres, cuando el municipio autónomo empezaba a
crecer y la violencia parecía detenida un poco contra ellas, algunas jóvenes
no recuerdan haber vivido tanta violencia como la que han padecido los
últimos diez meses.

La pasarela de policías generaba esa violencia psicológica, del terror, del
miedo, la violencia engendrada en la historia de las mujeres mayores y que
los pequeños han conocido estos meses.

La presencia de los medios de comunicación, la lucidez de los que hasta el
momento no han mostrado mucha (el gobierno estatal), el miedo a un nuevo
escándalo, ellas no saben qué fue, pero afortunadamente el desalojo no se
llevó a cabo, y por lo pronto esta noche pudieron otra vez dormir, sin
quitar de sus mentes la idea de que en algún momento alguien ya sea en el
zócalo de Oaxaca o en San Juan Copala, las pueda lastimar.

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